Los últimos planetas descubiertos que podrían ser habitables
Edición Impresa | 8 de Junio de 2025 | 04:39

En este primer semestre de 2025, al menos cuatro planetas han acaparado la atención de la comunidad científica internacional, no solo por sus condiciones orbitales o físicas, sino porque podrían, en teoría, permitir algún tipo de vida tal como la conocemos.
En su Tesis de Licenciatura en Astronomía en la UNLP, Patricio Salvador Zain —bajo la dirección de Gonzalo Carlos de Elía— explicó que “para que un planeta pueda albergar vida, al menos como la conocemos, es fundamental que pueda contener agua en estado líquido”. “Cuando buscamos planetas potencialmente habitables, estamos en realidad pensando en planetas que puedan ser similares a la Tierra (...) se dieron múltiples factores que hicieron posible no sólo la presencia de agua en estado líquido sino también su permanencia a lo largo de miles de millones de años, lo cual hizo que se desarrolle la vida tal como la conocemos”, explicó en su trabajo final.
A medida que la tecnología de observación espacial se perfecciona y los telescopios —tanto en órbita como terrestres— incrementan su precisión, el hallazgo de exoplanetas con características similares a la Tierra ya no es materia exclusiva de ciencia ficción.
Sobre este punto, el mencionado amplió que “la localización de la zona habitable alrededor de una estrella dada depende fundamentalmente de su luminosidad. En efecto, estrellas menos masivas poseen luminosidades menores y, por ende, las zonas habitables se encuentran ubicadas en regiones más internas”.
Uno de los descubrimientos más recientes y prometedores es el de Gliese 12 b, anunciado en mayo de este año. Se trata de un exoplaneta del tamaño de la Tierra que gira alrededor de una estrella enana roja en la constelación de Piscis. Lo más sorprendente no es solo su tamaño, similar al de nuestro planeta, sino su distancia relativamente cercana: apenas 40 años luz. Una cifra que, en términos cósmicos, resulta casi vecina. Su temperatura estimada, unos 42 °C, y su posición dentro de la zona habitable de su estrella —donde podría existir agua líquida en superficie— lo convierten en un objetivo prioritario para futuras misiones de estudio atmosférico. Aunque por ahora no se puede asegurar la existencia de vida, el solo hecho de que pueda tener una atmósfera similar a la terrestre ya lo posiciona como una promesa firme para los científicos.
Pero no es el único. El exoplaneta K2-18 b, ya conocido desde hace algunos años, volvió a ocupar titulares en 2025 gracias a nuevos hallazgos en su atmósfera. Situado a unos 124 años luz de la Tierra, en la constelación de Leo, los últimos estudios detectaron compuestos como el dimetilsulfuro, una sustancia que en la Tierra solo es producida por formas de vida marina. Aunque estos resultados son preliminares y no implican una confirmación directa de vida, sí abren la puerta a posibilidades hasta ahora solo especulativas. La pregunta ya no es solo si hay planetas con condiciones adecuadas, sino si efectivamente algunos de ellos ya están mostrando señales químicas asociadas a la biología.
Otro avance de este año proviene de la estrella GJ 3998, a 59 años luz. Allí, los astrónomos identificaron un nuevo planeta, bautizado como GJ 3998 d, que orbita en la zona habitable de su estrella. Lo interesante es que se trata de una supertierra, es decir, un planeta con una masa superior a la de la Tierra pero aún rocoso. Recibe un 20 % más de radiación que nuestro planeta, lo que podría representar un entorno más cálido, aunque todavía compatible con la existencia de agua líquida. Su reciente descubrimiento lo convierte en un nuevo foco para los telescopios de próxima generación, como el Telescopio Espacial James Webb o sus futuros sucesores, que ya están siendo programados para observar estos cuerpos con el fin de identificar moléculas clave en sus atmósferas.
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